La actividad volcánica produce en general, contaminación natural, ya sea a través de las emanaciones gaseosas o de las denominadas “lluvias de cenizas”. Los gases disueltos en el magma son liberados durante una erupción, siendo los más importantes el vapor de agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de azufre, hidrógeno, nitrógeno, flúor, cloro, boro y arsénico. Tanto los compuestos de azufre como los cloruros y fluoruros reaccionan con el agua para formar ácidos tóxicos, los cuales aún en concentraciones bajas son nocivos para la vista, la piel y el sistema respiratorio de los seres vivos. La vegetación puede ser severamente dañada por ésta “lluvia ácida” (ej.: Volcán L onquimay, chile, la erupción de 1988 fue inusualmente rica en flúor, con efectos catastróficos sobre la flora silvestre y cultivos aledaños). Los efectos nocivos de los gases volcánicos generalmente quedan restringidos a un radio de 10 km. Del centro emisor. Sin embargo, las erupciones expl
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